El crecimiento del número de hogares en España apenas exigirá una media de 71.000 nuevas viviendas al año hasta 2021
Tradicionalmente la vivienda se ha visto en términos de mercado especulativo desde las esferas puramente financieras, pero también desde la producción, desde la demanda y, lo que es peor, desde los poderes públicos al frente de las diferentes administraciones. Esta tesis, que hemos defendiendo desde hace años en varios artículos y también desde este Blog, no queda completamente enunciada sin hacer referencia al hecho de que para que se produzca tal comportamiento de los agentes económicos, de los poderes públicos y de la sociedad en su conjunto, es necesario despreciar los principios de sostenibilidad territorial (el territorio sólo es valorado en cuanto que generador de plusvalías) y no querer diferenciar la vivienda-alojamiento de la vivienda-activo-económico. Ésta puede tener una demanda casi ilimitada, siempre que haya financiación y el comprador vea en ella una inversión rentable y con liquidez. La vivienda-alojamiento, sin embargo, está sólo alimentada por el crecimiento del número de hogares.
El INE realiza anualmente proyecciones de población a 10 años vista y en las de finales de 2010 preveía que la población española llegaría a 47,2 millones en 2020. En las que realizó a finales de 2011 las previsiones para 2021 se reducían a 45,6 millones. A partir de esas estimaciones, unas proyecciones de hogares por el método de la “persona de referencia”, permite calcular que entre 2001 y 2010 el crecimiento medio anual de hogares fue de unos 350.000. Según las proyecciones de 2010, antes de que se produjera el cambio de tendencia migratorio, el crecimiento medio anual de hogares hasta 2020 sería de unos 170.000.
Pero cualquiera que se interese por la demografía sabe que las migraciones son imprevisibles, incluso reversibles. Así, las últimas proyecciones del INE nos han llevado a estimar que el crecimiento medio de hogares de aquí a 2021 podría suponer unas necesidades de no más de 71.000 nuevas viviendas anuales.
La falta de criterios territoriales y demográficos en la producción inmobiliaria de los últimos años pueden hacer que haya áreas en las que se necesiten más viviendas, pero, sin entrar en concreciones regionales, con las viviendas que hay actualmente disponibles en manos de bancos, promotoras y particulares (sin mencionar las muchas que no se utilizaban ya antes de “la burbuja”), no haría falta construir una vivienda más en muchos años.
Estamos ultimando un informe, que próximamente estará en acceso libre en internet, sobre proyecciones de hogares y demanda potencial demográfica de vivienda, en el que se pone de manifiesto el efecto de la dinámica demográfica sobre la drástica contracción de la futura demanda de vivienda.
Preocupa, y con razón, el stock de viviendas sin vender y se buscan las causas, entre otras, en las condiciones que pone la banca para la concesión de hipotecas, pero quizás sería bueno pensar que si no se venden las viviendas es, sobre todo, porque no hay hogares para tantas viviendas-alojamiento disponibles y porque, al explotar la burbuja, la vivienda-activo-económico ha perdido interés como inversión para la posible demanda.
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